No es muy habitual ver juntos detrás de la misma pancarta en una manifestación a trabajadores y empresarios, sindicalistas y miembros de la patronal. El pasado uno de julio, en las calles de Monclova no faltó ni el alcalde. Más de 25.000 personas marcharon en este municipio del estado norteño de Coahuila donde se encuentran los altos hornos de fundición de acero más grandes del país. Desde el corazón de la siderurgia mexicana, la particular marcha transversal protestaba contra la competencia china, que ellos consideran desleal, y que con su exuberancia productiva ha inundado de acero barato el mercado echando por tierra los precios. La industria mexicana ha perdido más 8.000 empleos en los últimos meses y pide al Gobierno que los proteja.
Pese al frenazo en su crecimiento, China ha seguido produciendo y exportando acero a niveles récord. El gigante asiático aporta la mitad de la producción mundial y ante una menor demanda interna la estrategia es volcarse en los mercados internacionales. América Latina es uno de los destinos preferidos, el segundo del mundo. Las exportaciones chinas alcanzaron los 39,5 millones de toneladas hasta mayo de 2015, un 30% más que el mismo periodo del año anterior, según datos de la Asociación Latinoamericana del acero (Alacero).