Los planes de Augas de Galicia sobre la ejecución del polémico trasvase de río Verdugo para garantizar el abastecimiento de Vigo y su área metropolitana no han variado un ápice pese a que el embalse de Eiras ha recuperado sus niveles de reserva y se han levantado las alertas del suministro. “El que crea que con dos borrascas está solucionado el abastecimiento es que desconoce el problema de emergencia por la sequía”, argumentan desde la Consellería de Medio Ambiente para indicar que el proyecto seguirá su tramitación por vía de urgencia, en previsión de que sea aprobado por el Consello de la Xunta en un plazo de dos meses.
Precisamente este jueves el proyecto ha dado un paso más tras la reunión que el presidente de Augas de Galicia, Roberto Rodríguez, ha mantenido con los Ayuntamientos afectados, incluyendo al de Ponte Caldelas y Soutomaior, ambos contrarios a la obra, para buscar un "consenso" en materia de abastecimiento. Rodríguez Martínez ha apelado al entendimiento y colaboración entre los municipios que se abastecen del sistema de Vigo para avanzar en el trasvase, después de informar del compromiso de la Xunta de reforzar el sistema de suministro con una nueva captación y conducción de agua desde el Verdugo.
Ante la conflictividad generada en torno a la ejecución de estas obras, el presidente de Augas de Galicia ha defendido que las nuevas infraestructuras “no afectarán ni al río ni al marisqueo”, ya que, según Roberto Rodríguez, “se respetará en todo momento el caudal ecológico del Verdugo”. El responsable de Augas de Galicia ha pedido consenso político y social, y se ha ofrecido para mediar en el conflicto entre Administraciones locales para llevar adelante el proyecto.
Sin embargo, el alcalde de Ponte Caldelas, el socialista Andrés Díaz, ha dicho al término de la reunión que estaba “moderadamente satisfecho” porque el presidente de Augas de Galicia "había admitido que la obra no era de emergencia”. En un comunicado oficial, Díaz ha interpretado que las advertencias de recurrir judicialmente el proyecto han surtido efecto. “Aguas de Galicia todavía no lo admite públicamente pero da la sensación de que la ocurrencia de hacer esta salvajada ambiental de meter siete kilómetros de tubería por emergencia se acabó, porque ya han empezado a hablar de la necesidad de un consenso entre todas las partes”, afirma el regidor. .